Tengo una libretita pequeña de color lila que me regaló un amigo de unos de sus viajes a Inglaterra. En ella anoto cosas que me gustaría hacer algún día y hoy he añadido un nuevo punto a mi lista…
Cuando yo estaba en cuarto o quinto de primaria, ya no me acuerdo muy bien, hace algunos añillos, tenía una profesora de música, se llamaba Ana. Era la profesora más “chachi” del cole y fue nuestra tutora durante un curso.
Era una muchachita joven, pizpireta, de ciudad y muy muy alegre. Todavía me acuerdo de su colección de gorros, cada día llevaba uno diferente. Me acuerdo de sus vestidos con espejitos (muy hippie) y aquellos pantalones vaqueros con rombos azules y naranjas que le había regalado su marido.
Ella le dio un giro a todo, fue un torbellino de aire fresco. Nos hacía las mejores canciones para carnaval, nos ayudaba a hacernos nuestros disfraces, fue quien desempolvó aquellas cajas llenas de instrumentos que nunca nadie nos había dejado tocar. Llegamos a formar un coro e incluso “actuamos” (como las estrellas…) en la Casa de La Cultura del pueblo ante todos los colegios, nos hizo importantes.
Me acuerdo de ella con mucho cariño porque creo que era quien mejor me entendía, era muy generosa y siempre nos apoyaba cuando lo necesitábamos. Éramos niños, pero siempre fue una de nosotros.
Dejó el colegio, creo que se quedó embarazada y volvió al a ciudad. Pero antes de marcharse nos dejó un recuerdo, un Atlas. Un gigantesco Atlas que me ha acompañado siempre, en el que, a pesar de tener sus añitos, encuentro todo lo que busco y en el que al abrir la tapa puedes leer:
“Te voy a echar de menos (Alana),
ha sido un placer encontrar tu
mirada de complicidad y comprensión
en la clase, disfrutar de tu ternura
y compartir tu alegría. Mi madrecita!
Te voy a echar de menos snif!
Cuídate, y no cambies, por favor.
Suerte, Ana.”
Mi nuevo punto es volver a saber de ella, volver a ver esa sonrisa imborrable porque he tenido muchos profesores, pero ella era irrepetible, era Mi “Seño”.
Un saludo.
Cuando yo estaba en cuarto o quinto de primaria, ya no me acuerdo muy bien, hace algunos añillos, tenía una profesora de música, se llamaba Ana. Era la profesora más “chachi” del cole y fue nuestra tutora durante un curso.
Era una muchachita joven, pizpireta, de ciudad y muy muy alegre. Todavía me acuerdo de su colección de gorros, cada día llevaba uno diferente. Me acuerdo de sus vestidos con espejitos (muy hippie) y aquellos pantalones vaqueros con rombos azules y naranjas que le había regalado su marido.
Ella le dio un giro a todo, fue un torbellino de aire fresco. Nos hacía las mejores canciones para carnaval, nos ayudaba a hacernos nuestros disfraces, fue quien desempolvó aquellas cajas llenas de instrumentos que nunca nadie nos había dejado tocar. Llegamos a formar un coro e incluso “actuamos” (como las estrellas…) en la Casa de La Cultura del pueblo ante todos los colegios, nos hizo importantes.
Me acuerdo de ella con mucho cariño porque creo que era quien mejor me entendía, era muy generosa y siempre nos apoyaba cuando lo necesitábamos. Éramos niños, pero siempre fue una de nosotros.
Dejó el colegio, creo que se quedó embarazada y volvió al a ciudad. Pero antes de marcharse nos dejó un recuerdo, un Atlas. Un gigantesco Atlas que me ha acompañado siempre, en el que, a pesar de tener sus añitos, encuentro todo lo que busco y en el que al abrir la tapa puedes leer:
“Te voy a echar de menos (Alana),
ha sido un placer encontrar tu
mirada de complicidad y comprensión
en la clase, disfrutar de tu ternura
y compartir tu alegría. Mi madrecita!
Te voy a echar de menos snif!
Cuídate, y no cambies, por favor.
Suerte, Ana.”
Mi nuevo punto es volver a saber de ella, volver a ver esa sonrisa imborrable porque he tenido muchos profesores, pero ella era irrepetible, era Mi “Seño”.
Un saludo.
7 comentarios:
Jejeje, pues si, sería bonito reencontrarse, yo tmb me acuerdo de compañeros de clase del colegio que se mudaron y no he vuelto a ver.. pero eso ya si que sería difícil de encontrarles. Pero bueno en general sigo manteniendo el contacto con mucha gente del colegio, que luego estuvieron en el instituto conmigo y ahora son amigos.
es genial cuando tienes un profesor k no se limita a ir a clase a decir 4 frases aprendidas para la leccion del dia y luego CHAS! cobra su dinero. lo importante son esos maestros k se involucran y entienden a los niños. Creo k hoy eso ha desaparecido, pero porke esa sociedad de hace 15 años tambien lo ha hexo, y ya solo kedara de eso en nuestros recuerdos y memorias, y algun k otro blog ;)
Un beso
Esos son los buenos profesores, esos para los que enseñar es más que un trabajo. También yo tuve la suerte de tener algún profesor así.
Un bst!
yo recuerdo solo una maestra asi y fue la unica que logro despertar en mi el interes innat de todo niño por el aprendisaje....
recuerdo que sus enseñanzas me hicieron muy superior a la mayoria de mis compañeros de clases por mucho tiempo
Este tipo de profesres hacen que te involucres aún más y sacan más partido de ti que otro que se empeñe en hacer las cosas por la fuerza.
Todos tenemos un "profe" especial, que nos hizo sentir especiales y que saben enseñar a aprender.
No creo que esa especie de profes haya desparecido, ni mucho menos. Existen siempre gente especial, que sabe comunicar y con sensibilidad para saber llevar a un grupo de alumnos.
Yo no soy profe, que conste...
Es verdad.. pero ya no hay tantos eh, los tiempos cambian, y al igual que los alumnos nos son como antes, los profesores tmp.
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